Teletrabajo: consejos Montessori en tiempos de pandemia

La crisis del Covid-19 ha propiciado la aceleración de transformaciones laborales que hace un año muchos creían insólitos. Según una encuesta realizada por Mercer, una firma especializada en recursos humanos, el 83% de una población de 800 directivos considera cambiarse al teletrabajo o flexibilizar los estilos de trabajo después de la pandemia.

Estos datos marcan sin duda un hito, pues antes de la pandemia solo 1 de cada 30 directivos miraba con buenos ojos el trabajo remoto y la flexibilización de las jornadas laborales. 

¿La razón? Regresemos a las matemáticas: la misma encuesta arrojó que el 67% de los empleadores descubrieron que el teletrabajo no reduce la productividad, e incluso un 27% asegura que la aumentaron en comparación con los indicadores que existían antes de la crisis. El futuro, una vez más, es inevitable. 

¿Qué es el teletrabajo?

Por definición, el teletrabajo es una modalidad laboral donde el empleado puede realizar sus tareas o cumplir con sus responsabilidades sin necesidad de estar en los espacios físicos de la empresa. Puede trabajar desde casa, o a distancia, o en entornos virtuales, y puede también realizar sus actividades en solitario o con la participación de otras personas.

Hay desde luego un elemento clave para que esto sea posible: el uso de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación, con las que se procesan, regulan y controlan las tareas a distancia.

El teletrabajo no necesariamente está sujeto a la relación empleado y empresa. Los trabajadores independientes, freelancer o profesionales autónomos, utilizan esta modalidad laboral para producir bienes y servicios sin que exista un espacio físico central.

Tipos de teletrabajo

Por lo general se habla de varios tipos de telempleo. Aquí mencionamos los más comunes:

  • Teletrabajo residencial: cuando el trabajador realiza las tareas en su propio domicilio.
  • Teletrabajo mixto: el trabajo se ejecuta tanto en la residencia del empleado como en los espacios de la empresa.
  • Telecentro: cuando los trabajadores desempeñan sus funciones en un lugar definido por la empresa pero separado de la sede central.
  • Teletrabajo autónomo: el trabajador produce por su propia cuenta bienes y servicios y los comercializa por vías remotas a través de internet.
  • Teletrabajo de entornos virtuales: cuando el trabajador participa en equipos colaborativos o coworking a través de plataformas virtuales que no exigen la presencia de los mismos.

El teletrabajo: ¿por qué cuesta implementarlo?

Los líderes de las empresas más tradicionales ven con escepticismo e incluso se niegan a la posibilidad de que sus trabajadores realicen sus tareas a distancia. Creen que el trabajador debe estar presente para que sea supervisado, dirigido o evaluado. De lo contrario se pone en duda su rendimiento.

Es un problema de confianza por un lado, y de desconocimiento por otro. También de organización: muchos directivos ignoran cómo adecuar los procesos, dinámicas y métodos por vías remotas, sin desestimar el control y la evaluación.

En Montessori Business creemos que existe una razón de fondo que impide que este tipo organización laboral sea posible: el pensamiento tradicional producto de una educación tradicional que fabrica líderes y trabajadores tradicionales.

Dicho de otro modo: desde niños se nos enseña que estudiar implica ir a la escuela por obligación, sentarse en una silla durante horas, realizar actividades monótonas, y cumplir con la jornada. Esto nos ha condicionado para hacer lo mismo en nuestros trabajos: ir a la oficina y sentarnos durante horas frente a un escritorio para que nuestros jefes (maestros en otro tiempo) se sientan conformes.

¿Cómo cambiar un paradigma que ha sido arraigado por más de un siglo? ¿Acaso no es lógico el escepticismo y la resistencia al cambio? Pero a esto se agrega además la incomprensión de algunos líderes empresariales hacia palabras como: confianza, autoconfianza, autonomía, autodisciplina, tan importantes para el teletrabajo en tiempos de pandemia como para el trabajo presencial.

¿Puede el método educativo Montessori aportar elementos claves para el teletrabajo como estilo de trabajo del futuro? Sin duda que sí. Veamos cómo:

Teletrabajo consejos Montessori para empresas

La vigencia que el ideario Montessori tiene en la actualidad no es casual. Vivimos un mundo con un ejercicio de la libertad diferente al de hace siglos e incluso décadas. Las nuevas tecnologías de la información, la era digital, y una mayor conectividad en todos los campos sociales han fraguado una nueva individualidad, pero también la urgencia de comprender y cambiar la forma en que nos relacionamos unos con otros.

El teletrabajo forma parte de esta realidad y el método Montessori, por ser una pedagogía que cree en la expresión “yo puedo hacerlo por mí mismo” o “ayúdame a hacerlo por mí mismo”, ofrece puntos de apoyo que pudieran servir de guía en ese camino:

  • Libertad vigilada: el teletrabajo no es sinónimo de libertinaje. El trabajador puede planificar sus actividades de manera consensuada con los líderes de la organización. La idea es que los trabajadores tengan libertad de acción pero con cronogramas de entrega previos.
  • Confianza y autoconfianza: lo más importante del teletrabajo es la relación de confianza que se fomente en el equipo. Se construye con líderes y trabajadores al unísono. El líder otorga confianza y el trabajador la cultiva. La confianza en sí mismo le permite al trabajador una mayor reafirmación personal. El líder debe estimular esa confianza para que el talento humano descubra que puede tomar decisiones que sumen al trabajo.
  • Ambientes de trabajo y horarios personalizados: hay personas que rinden mucho más en sus propios espacios y con la comodidad adecuada. Lo mismo ocurre con los horarios: la administración del tiempo para las tareas y los descansos son esenciales para aumentar la productividad.
  • El bienestar del trabajador sobre todas las cosas: se recomienda que los líderes fomenten el bienestar laboral incluso cuando se trabaja en casa. Es muy común ver que al prescindir de horarios rígidos, los empleados se sobre exigen más por la libertad que tienen en sus hogares. Esto debe manejarse con equilibrio: cuidar las horas de sueño, las posturas al sentarse, y el transcurso de las horas en una misma actividad, evita dolencias futuras. La empresa puede ofrecer Gym, clases de yoga, y actividades que estimulen el movimiento físico.
  • Aprender del error, orientarlo y no castigarlo: habrá errores y se presentarán fallos. Esto es tan normal como respirar. El liderazgo de la empresa ante las equivocaciones en esta nueva dinámica de trabajo debe ser conciliador, con mentalidad amplia, y debe guiar y motivar. Hay que evitar el autoritarismo y las actitudes agresivas.
  • Autodisciplina: las empresas deben orientar a sus trabajadores para que fomenten hábitos laborales fuera de la oficina. Pero esos hábitos deben responder a las necesidades y circunstancias de los empleados. El trabajo en casa tiene también una realidad: se trabaja junto a la familia, los hijos, las mascotas y los asuntos propios de una casa. La familia también debe cooperar con dichos hábitos.
  • Comunicación asertiva y no reactiva: cuando todo es mediado por las nuevas tecnologías, la comunicación puede generar lagunas y problemas de interpretación. El método Montessori propone decir libremente lo que se piensa con respeto, claridad y madurez emocional. En ocasiones puede ser mejor una videoconferencia en línea que un mensaje por Whatsapp. En otras, una cita presencial.

La firma Mercer también arroja un dato importante: el 73% de las empresas manifiestan que incluirán el teletrabajo en sus políticas laborales después de la crisis del coronavirus. Ya no es una idea descabellada e incomprensible: la empresa flexible, adaptable y dinámica, es el futuro. Y hay que prepararse. 

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