Estilos de liderazgo: ¿cuál es su formación temprana?

Muchas personas se preguntan cuántos estilos de liderazgo existen y en cuál de ellos podrían ubicar su personalidad. ¿Qué tipo de líder soy? ¿Cuál es el más efectivo para mi empresa? ¿Por qué me cuesta tanto practicar un estilo en comparación con otros? Estas preguntas abundan y las respuestas pueden obtenerse de orígenes más personales que teóricos.

En este artículo nos atreveremos a ensayar una perspectiva de la que pocos hablan: la relación que existe entre los estilos de liderazgo y la educación temprana que recibimos tanto en casa como en las escuelas.

Esto desde luego nos conduce a otras preguntas: ¿de dónde provienen los líderes? ¿Surgen de la nada? ¿Quién o qué los educó? Y lo que es más importante: ¿copiamos acaso modelos de liderazgo desde niños y los convertimos en arquetipos que moldean al mismo tiempo nuestra personalidad?

El liderazgo y los arquetipos

Definamos primero lo que significa la palabra arquetipo según la RAE: “Punto de referencia para imitarlo o reproducirlo” o “en las obras de ingenio y en las acciones morales, ejemplar que por su perfección se debe seguir e imitar.”

Dicho de otro modo, los arquetipos son modelos que ejercen una poderosa influencia en nuestra sociedad y que suelen incluso determinar nuestro comportamiento. Karl Jung lo ejemplifica de un modo más sencillo a través de sus 12 arquetipos universales: el hombre inocente, corriente, explorador, sabio, héroe, forajido, mago, amante, bufón, creador y gobernante.

¿Cómo ocurre esto en términos de liderazgo empresarial? Cuando escuchas o piensas en el líder de una empresa, ¿qué es lo primero que pasa por tu cabeza? Suele pensarse en el arquetipo del jefe: la persona que ordena, aquel que tiene autoridad, el que sabe más o quien gana más dinero, etc.

Tipos de líderes e imitación 

Desde niños estamos bombardeados de arquetipos y estos a su vez se transforman en ejemplos que imitamos sin darnos cuenta. Díganle a un niño que juegue a ser papá y él convertirá a su padre en arquetipo; pónganlo a que juegue a ser maestro y convertirá a su maestro en el arquetipo que ve todos los días en la escuela.

Una madre, un padre y un maestro son nuestros primeros arquetipos de liderazgo. La noción que tenemos sobre todo aquel que nos guía, y cómo debemos guiar, tiene sus orígenes profundos, incluso imperceptibles, y suele asentarse en nuestra infancia.

¿Qué hay detrás de cada estilo de liderazgo? ¿Por qué resulta tan difícil para algunas personas asumir un tipo de liderazgo y no otro? ¿Es suficiente cursar un máster de dirección de empresas o leer teoría para aprender a ser líderes? Las respuestas tienen sus matices.

En cualquier caso, para cambiar nuestra forma de liderazgo es necesario el desaprendizaje y el reaprendizaje. Y regresar al origen de todo cuanto somos siempre ayuda.

Tipos de liderazgo

  1. Liderazgo transformacional.
  2. Liderazgo democrático o participativo.
  3. Liderazgo orientado a las personas.
  4. Liderazgo natural.
  5. Liderazgo Laissez-faire.
  6. Liderazgo autocrático.
  7. Liderazgo burocrático.
  8. Liderazgo carismático.
  9. Liderazgo orientado a la tarea.
  10. Liderazgo transaccional.

Los tipos de liderazgo en la lista anterior los hemos ordenado deliberadamente. Esto por una razón: de todos los estilos más habituales consideramos que hay dos grupos: los liderazgos horizontales (del 1 al 5) y los liderazgos verticales (del 6 al 10).

Los primeros podríamos ubicarlos entre los democráticos o participativos, más centrados en las personas, la autonomía y la libertad, y los segundos podemos ubicarlos en los autocráticos, más centrados en el control, la rigidez, los manuales, las tareas y las jerarquías.

Veamos ahora un resumen de los liderazgos horizontales y los verticales:

Liderazgo horizontal

  • Igualdad de todos los miembros del equipo.
  • Participación, autonomía y libertad responsable.
  • Estimula la confianza y la creatividad.
  • Promociona valores éticos hacia el bien común.
  • Ofrece apoyo, acompañamiento, entusiasmo.
  • Se centra en la colaboración y la cooperación.
  • El aprendizaje es clave y el error enseña.
  • Escucha activa e inteligencia emocional.

Liderazgo vertical

  • Concentra el poder en la toma de decisiones.
  • Es unidireccional: de arriba a abajo.
  • Impide el pensamiento libre ni el consenso.
  • Poca participación y trabajo colaborativo.
  • Disciplina estricta y control excesivo.
  • Castiga el error y es poco flexible.
  • Importa más los resultados que los procesos.
  • Centrado en las tareas que en las personas.

Los liderazgos verticales suelen estar presentes en empresas más tradicionales, mientras que los liderazgos horizontales son necesarios en empresas y organizaciones que valoran la innovación.

La verticalidad en la dirección, además, no resulta efectiva en un mercado laboral donde abunda el talento humano joven, cuyas características suelen chocar contra la autocracia y el autoritarismo.

Tanto los liderazgos horizontales como los verticales representan dos espíritus generacionales: los primeros se adaptan mejor al nuevo siglo, mientras que los segundos luchan por sobrevivir en un mundo donde imperan las nuevas tecnologías, la innovación, el conocimiento, la colaboración y el trabajo creativo en equipo.

Estilos de liderazgo vs estilos de enseñanza

Si nuestra madre, padre y maestros se convierten en arquetipos esenciales en nuestra infancia por su condición de guías, ¿acaso influye en nuestra concepción del liderazgo la forma en que fuimos educados tanto en casa como en la escuela? ¿Responden los líderes a su crianza y educación formal? ¿Son conscientes de esa relación?

Creemos que sí, aunque tampoco es correcto generalizar.

Pero resultan curiosos los puntos de coincidencia que existen entre los estilos de liderazgo y los estilos de enseñanza. Para los últimos hemos tomado las concepciones de estilo de enseñanza de autores como: Lippit y Whhite, Anderson, Gordon, Flanders y Bennet.

Así como en los estilos de liderazgo, en los estilos de enseñanza (según estos autores) nos encontramos con dos grupos: estilos de enseñanza horizontales y verticales, o democráticos y autoritarios, y que no son más que formas de enseñar cuyo parentesco con los estilos de liderazgo resultan asombrosos. Veamos las siguientes comparativas:

Diferencias entre estilos de liderazgo y estilos de enseñanza

Líderes y docentes verticales
Líderes y docentes horizontales
Concentran la información y solo imponen órdenes.
La información es democratizada abiertamente en un clima de responsabilidades compartidas.
Desestiman la opinión y el pensamiento libre del talento humano y los alumnos.
Saben escuchar la opinión y fomentan el pensamiento libre para la solución de problemas.
Centran su atención en las tareas, los resultados, la memorización o la repetición de actividades.
Centran su atención en los procesos, la exploración activa, el movimiento y el entusiasmo.
El bienestar y felicidad del talento humano y los alumnos no es importante.
El bienestar y la felicidad del talento humano y los alumnos es lo más importante.
Evalúan castigando el error y a través de parámetros numéricos.
Convierten el error en oportunidad para mejorar y descubrir, y evalúan con parámetros más descriptivos.
Desestiman la exploración, el descubrimiento, la participación, y la libertad de acción o de aprendizaje.
El descubrimiento, la participación y la libertad son esenciales para lograr los objetivos.
Son fieles al manual de funciones o programas de estudio y no toman en cuenta la diversidad de habilidades, intereses y necesidades del talento humano o alumnos.
Toman en cuenta los intereses, necesidades y habilidades para aumentar la efectividad y eficacia.
Suelen imponer una atmósfera de miedo, sumisión y en ocasiones agresiones psicológicas y verbales.
Son respetuosos, motivadores y crean climas de confianza, colaboración y entendimiento.
Fomentan la disciplina estricta.
Fomentan la autodisciplina.
No permiten la autonomía.
Estimulan la autonomía y la independencia.

Cambio de educación para nuevos líderes

Parece que donde haya una persona a cargo de otras personas, surgen los contrastes: cerrado o abierto, flexible o inflexible, duro y blando, dictador o demócrata, egoísta y servicial.

Es la ley de los opuestos y ocurre en casi todos los lugares donde nos desenvolvemos a diario. Todo líder alguna vez tuvo infancia y muchas de las actuales escuelas de negocio pasan por alto los paradigmas que arrastramos desde niños, y que suelen aparecer en la vida adulta de las maneras más inesperadas.

¿Cómo transformar el liderazgo?

Cambiar el liderazgo en un plano personal no solo implica conocer los diferentes estilos, sino que amerita una profunda revisión de la forma en que esa persona fue educada. Y ese contexto agrupa a la familia, principalmente las madres y padres, y las escuelas con sus docentes y el sistema educativo.

Si un líder desde niño fue educado desde el autoritarismo y la violencia, es muy probable que su comportamiento refleje la autocracia y la agresión. Se cumple esta especie de fórmula: madre y padre déspotas + maestros autoritarios + escuelas infelices = adultos inestables.

Pero este patrón puede romperse a través del autoconocimiento y nuestra elasticidad para el reaprendizaje. No se trata de preguntar de buenas a primeras “qué estilo de liderazgo se me parece”, sino más bien “qué soy y por qué”.

Un estilo de liderazgo no es una App que podemos instalar o desinstalar. No es tan simple. Hay que repensar e incluso rediseñar nuestras convicciones o creencias, tanto para transformarnos individualmente, como para guiar de la mejor manera a los chicos que asumirán futuros liderazgos.

Los líderes se educan

La educación formal es clave, pero también la familia: un cambio en ambas cosas quizá no garanticen en su totalidad una transformación radical de la sociedad en la que vivimos, pero al menos nos coloca en una mejor perspectiva.

Actualmente la educación alternativa, que incluye el método Montessori y otras pedagogías más centradas en el ser humano, ha logrado el interés de medios de comunicación, empresas innovadoras, pero también de aquellas madres y padres insatisfechos por la educación tradicional.

Al parecer el sistema educativo actual no es suficiente para asumir por sí mismo los desafíos del nuevo milenio en cualquiera de sus expresiones: empresariales, económicos, políticos, sociales, ambientales. Así que el cambio educativo, aunque se postergue, resultará inminente y sobre todo necesario.

El mismo sector productivo pujará por ese cambio.

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